2005-06-12

Teoría de Dulcinea

Suponiendo que este espacio es, en realidad, un espacio para la cultura, he decidido apuntar, con este post, hacia esa dirección. Y aprovechando la literatura, he decidido seguir los pasos de don Marlon, y aportar con un pequeño cuento, quizás un poema en prosa, de Juan José Arreola, escritor mexicano. A propósito de que el Quijote anda tan de moda y todo el mundo se cree caballero andante, hidalgo aventurero, he decidido mostrar este cuento, a ver qué opinan.

TEORÍA DE DULCINEA

En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta.
Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de patrañas, embustes y despropósitos.
En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.
El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía en frente, se echó en pos, a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire. Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca.
Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.

2 Comentarios:

En junio 12, 2005 3:46 p. m., Anonymous Anónimo escribió...

pos ya que estamos yo aportaré con un poema de Borges, que pone en boca de Alonso Quijano estas palabras:

No quiero ser quien soy. La avara suerte/ me ha deparado el siglo diecisiete/ el polvo y la ruina de Castilla/ las cosas repetidas,/la mañana/ que, prometiendo el hoy/ nos da la víspera,/ la platica del cura y del barbero,/la soledad que va dejando el tiempo/ y una vaga sobrina analfabeta./ Soy un hombre entrado en años…

gracias ani por la colaboración...

 
En junio 21, 2005 7:50 p. m., Anonymous Anónimo escribió...

¡Que bonito poema!

 

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