2005-07-01

Don Ramón y el gallito de la catedral

Don Ramón era un quiteño rico y hacendado a quien le gustaba vivir con los lujos y placeres de un verdadero rey. Muy temprano en la mañana desayunaba exquisitos manjares entre los que no podía faltar la leche recién ordeñada, varios huevos y el chocolate caliente. Luego dormía la siesta y después de descansar almorzaba para tomar fuerzas y salir a la calle siempre vestido con elegancia y envuelto en perfume.

En sus idas y venidas pasaba siempre en frente de la Catedral, en cuya cúpula reposa un gallito de hierro que era el blanco favorito de los desplantes y burlas de Don Ramón.

-Qué disparate de gallito, decía el orgulloso hombre antes de enrumbarse a la cantina de Doña Mariana, una chola quiteña famosa por su belleza y sus mistelas, un suave licor de sabor dulce que era el favorito de Don Ramón.

Una noche, luego de haber exagerado con la mistelas., Don Ramón se dirigió a su casa y como de costumbre se detuvo frente al gallo de la Catedral y como era usual, empezó con sus fanfarronadas.

- Para mí no hay gallos que valgan, gritaba Don Ramón parado en frente de la Catedral.

- Tontera de gallo, vociferaba iracundo cuando sintió que el gallo bajaba desde la cúpula y de un espuelazo le tumbaba al suelo.

-Prométeme que no volverás a beber, le dijo el gallo mientras picoteaba a Don Ramón que asustado prometió no volver ni siquiera a tomar agua ni a insultar al gallito.

Luego de arrancar las promesas de Don Ramón, el gallo volvió a su habitual sitio no sin antes amenazar con volver y cobrar venganza si Don Ramón no cumplía lo prometido