2005-07-05

El Santo que da marido

Me pareció importante conocer o recordar las leyendas de Quito. Realmente esta no es la que yo estaba buscando, pero esta también es muy interesante.ahí les va.

Cuando esta tierra estaba bajo el yugo español, habitaba en el barrio quiteño de la Loma Grande, una bellísima doncella llamada Catalina. Sus encantos eran un verdadero privilegio, igualmente que sus virtudes. Sin embargo, su edad había pasado de los treinta años y permanecía soltera. Y los vecinos, no dejaban de comentar esa rara circunstancia. Y no era que a Catalina le disgustaba el matrimonio. Al contrario cansada de esperar que espontáneamente le pidieran matrimonio, acudió San Antonio de Padua, y le dedicó varias novenas con profunda devoción. Aparte del sin número de cirios que le ofrecía a diario, al santo, para que el anhelado novio se hiciera visible de alguna manera. Más el milagro pedido no se lo concedían. Las novenas habían sido infructuosas y Catalina estaba decepcionada, pero su madre siempre le decía que no se atormente que San Antonio nunca ha quedado mal con sus devotas y le pidió que le dedicara una última novena. Catalina accedió al pedido de su madre.

Las dos mujeres volvieron a arreglar el altar de San Antonio, con flores frescas y dos cirios. Y ambas comenzaron la última novena. Catalina rezaba con ejemplar recogimiento, confiando en que es esa vez el milagro se haría. Así la madre y la hija rezaron día tras día hasta que llegó el noveno. Prudentemente Catalina espero unos días más pero el novio no llegaba. Hasta que una tarde, Catalina con incontenible desesperación y con abundante llanto, corrió al altar de San Antonio, lo tomo en sus manos y le dijo: Perdóname santo mío; pero te has vuelto sordo y no quiero verte más. Y lo arrojó por la ventana a la calle. Y el santo cayó precisamente en la copa alta de un fino sombrero, de un encapado caballero que pasaba en ese mismo momento. El caballero reaccionó violentamente con el golpe recibido en la cabeza. Cogió en sus manos al santo y entró en la casa de donde había sido arrojado. Golpeó furioso con su bastón, la única habitación que estaba abierta.

La madre de Catalina atendió al enojado caballero y le explicó que su hija había lanzado el Santo por la frustración que sentía hacia el santo por no cumplirle el milagro.

El caballero, que pertenecía a la élite de la sociedad por su apellido y fortuna, le pidió a la señora que le presentará a su hija. El caballero quedó asombrado de la belleza de Catalina y se declaró su más sincero admirador.

El caballero le visitó por varios meses la casa de Catalina. Y al fin, se casó con la bellísima muchacha. Así pues, San Antonio de Padua, había atendido el pedido de su devota Catalina. Y se cuenta que en agradecimiento por este milagro, Catalina y su rico esposo, mandaron a construir la estatua del Santo Taumaturgo, que hasta ahora se venera e la Capilla de Cantuña de Quito

1 Comentarios:

En julio 08, 2005 1:50 p. m., Anonymous Anónimo escribió...

Sí mal no recuerdo leí esta historia tan pintoresca en un libro llamado Quito Tradiciones y Leyendas de un autor de apellido Zaldumbide o algo así, cuando tenía 14 años (few years a go!).
Y me ha dado mucho gusto volver a leerla en la Red y que otros compañeros también la conozcan.

Mauricio Viteri

 

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